sábado, 10 de noviembre de 2007




*¨*-La Biblioteca Del Terror-*¨*
El asesino nunca muere


Era el primer miércoles de noviembre, halloween. El cielo estaba completamente encapotado y la densidad de las nubes apenas dejaba pasar la luz del sol. Llovía mucho, truenos y relámpagos se hicieron notar durante toda la mañana y el silbido del viento hacía el día aún más tenebroso.

A pesar de todo era día de instituto. A última hora el profesor de Lengua nos mandó hacer por parejas y en casa una redacción sobre un tema de miedo.Tocó el timbre y antes de irnos a casa nos reunimos tres parejas: Irene y Laura, Salva y Pablo y Rocío y yo.
Quedamos para ir por la tarde a la biblioteca y buscar historias de miedo que nos ayudaran en la redacción.

Llegamos a la biblioteca sobre las ocho de la tarde, un guardia nos abrió la puerta y dentro una bibliotecaria nos ofreció ayuda que nosotros rechazamos. La biblioteca estaba decorada para la ocasión: ojos y extremidades humanas que parecían reales se repartían por las estanterías y las mesas, falsas telarañas colgaban del techo y las paredes y figuras de tamaño real con forma de momia, bruja o monstruos, custodiaban las esquinas de cada pasillo. La suave luz que había, apenas permitía ver más allá de los focos que iluminaban el decorado.

Salva y Pablo empezaron a contar historias de miedo causando en nosotras el efecto contrario, la risa tonta, que se nos borró de pronto al escuchar un grito estremecedor. Al principio pensamos que formaba parte de los efectos especiales de la biblioteca, sin embargo, nuestros rostros empalidecieron cuando comprobamos lo que estaba pasando ante nuestra sorprendida mirada.

En la oscuridad se podía distinguir a un hombre de mediana edad y aspecto siniestro, con una cazadora verde oscura, que avanzaba sigilosamente con un hacha en la mano derecha y agarrando por el cuello, a la bibliotecaria con la otra mano. Los esfuerzos de la mujer por intentar escapar, fueron inútiles. En un visto y no visto, el hombre la empujó con fuerza contra la pared y aún agarrándola por el cuello, le asestó repetidos golpes con el hacha. El cuerpo de la mujer yacía completamente destrozado en medio de un enorme círculo de sangre.

No podíamos creernos el acontecimiento que estaba teniendo lugar, además del asesinato la mujer estaba desapareciendo, se podía ver a través de ella, y en menos de un minuto en el lugar del crimen no había ni rastro de ella y la sangre había desaparecido por completo.
Gritamos despavoridos. ¡Esto no podía estar pasando!

Sin querer, habíamos llamado la atención del extraño hombre, que ahora ya sabía que estábamos allí. Corrimos tanto como pudimos para llegar a la otra punta de la biblioteca y pedir ayuda al guardia, que habíamos visto a la entrada. Al mirar hacia atrás el hombre también había desaparecido. Seguimos corriendo, topándonos con el guardia, que no estaba donde al principio, sino que también corría por la biblioteca. Nos dijo que nos había oído gritar y que venía en nuestra ayuda. En principio nos tranquilizó su presencia, hasta que nos percatamos de que llevaba una cazadora verde.

Los gritos sonaron ahora más fuerte y de nuevo corrimos. Nos metimos debajo de una mesa, cerca de la estantería de los libros infantiles. Yo no paraba de temblar, cuando vimos unos pies que pasaron al lado de la mesa. Rocío propuso susurrando que corriéramos a refugiarnos a otro sitio. El hombre seguía rondando cerca de nuestro escondite.

En un impulso, Laura salió corriendo sin mirar atrás, nosotros tardamos un instante más en huir. Nos metimos en la sala de los periódicos. Salva se dio cuenta de que Irene no estaba con nosotros. No podíamos dejarla fuera, Rocío y yo, salimos de allí en su busca. Unos metros más adelante no nos hizo falta seguir buscando, Irene estaba muerta delante de nosotras.

Nos quedamos desencajadas, dimos la vuelta para volver a la sala y al abrir la puerta, vimos que el guardia estaba dentro con los demás y gritamos una vez más. El guardia nos cogió, tapándonos la boca y nos metió bruscamente en la sala, cerrándola desde dentro. Después pidiéndonos silencio comenzó a contarnos lo que el sabía. Él también había notado la presencia de un hombre, respiramos profundamente al darnos cuenta de que no tenía nada que ver, la cazadora era una simple coincidencia. Le contamos lo que acabábamos de ver, él parecía más sorprendido que nosotros.

En uno de los de periódicos antiguos que había allí, Rocío encontró una noticia realmente escalofriante.



“Hoy, día 1 de noviembre de 1906, se ha encontrado el cadáver de la bibliotecaria que trabajaba en la biblioteca principal. Se cree que fue el guardia de la misma, con el que mantenía un romance, aunque últimamente a ella se la había visto acompañada de otro hombre. Presuntamente el guardia en un ataque de celos se ensañó con ella a hachazos hasta matarla. La familia de ella al enterarse, le ha prendido fuego esta mañana provocándole quemaduras muy graves que han acabado con su vida…”.



Antes de poder digerir lo que acabábamos de leer el hacha del macabro hombre atravesó la puerta, clavándose en el cuerpo de Laura. Gritos y más gritos, estábamos viviendo una autentica pesadilla, solo podíamos seguir corriendo.

Al guardia, se le cayó el arma y no tuvo tiempo de recuperarla, seguimos avanzando. El hombre alcanzó a Pablo y lo empujó escaleras abajo, Salva se quedó atrás. El guardia, Rocío y yo, nos debatíamos entre volver a por él o seguir corriendo. Si volvíamos probablemente moriríamos los cuatro, antes de tomar una decisión, Salva no puedo mantener la presión, retrocedió en busca del arma y una vez que la tuvo en sus manos, apretó el gatillo y la bala le entró por el lado derecho de la cabeza.
El asesino, observaba el cuerpo de Salva, sonriendo.

El guardia nos llevó a una sala llena de espejos, dijo que allí podríamos distraer al hombre en caso de que nos encontrara, despistándole con los reflejos. No pudimos reaccionar cuando por uno de ellos, vimos como un extintor se elevaba por encima de nuestras cabezas, al darnos la vuelta, quedamos perplejos al ver al hombre de la cazadora verde. ¡No se reflejaba en los espejos! De cerca pudimos ver que tenía quemaduras por todo el cuerpo.
El guardia, aprovechando un descuido, se dirigió a pulsar la alarma de incendios, el asesino se percató y le golpeó con el extintor, la alarma empezó a sonar y el hombre desapareció, en pocos minutos la biblioteca estaba rodeada por coches de bomberos y policías.

A la policía no le convenció la versión que Rocío y yo le contamos, para ellos era imposible creer que el culpable de los múltiples asesinatos, fuera el mismo guardia de la biblioteca principal que asesinó hacia unos cien años a la bibliotecaria de aquel entonces y que luego fue quemado vivo.

Intentamos por todos los medios hacerles creer que lo que contábamos era cierto, nadie nos creía. Pasaron varios meses, Rocío y yo, íbamos de juicio en juicio, finalmente mandaron nuestro ingreso en un centro psiquiátrico.

Yo no estoy loca, eso pasó, todo es verdad, pasó, lo sé, estoy segura.
La noche del 31 al 1 de noviembre del 2006, vi como eran asesinados uno a uno mis amigos, yo no fui, Rocío tampoco, nosotras fuimos las únicas que conseguimos huir, pero el volverá, quiso que muriéramos esa noche y no lo consiguió, volverá. No estamos a salvo. Ahora estamos en un cuarto pequeño, acolchado, con camisas de fuerza, apenas me dejan tiempo para escribir.
Viene alguien, volverán a ponerme la camisa y a encerrarme en el cuarto. El hombre que nos trae la comida, me suena de algo, creo que es él, el asesino.

Adiós.


Diario de Sara García, internada junto Rocío(una amiga) en un centro psiquiátrico.

Artículo publicado por: Alfredo Arranz Gómez, guardia de la biblioteca del centro desde 2004 hasta la fecha. Único superviviente de aquel fatídico día.






Epílogo

Nadie sabe que realmente pasó con nosotras pero desde aquel día en el que me di cuenta que el hombre que iba a entrar en nuestra habitación, el que nos llevaba la comida, tenía cicatrices de quemaduras por todo el cuerpo, Rocío y yo no hemos vuelto a reflejarnos en un espejo…

domingo, 4 de noviembre de 2007


::::((SOY COMO SOY, ALGUIEN DEBE SERLO))::::

Por la mañana me levanté ajena a lo que me iba a pasar aquel día. Ese día me operaban por la tarde y los nervios ya empezaban a apretarme con fuerza, casi conseguían ahogarme. Subí la persiana de mi habitación y comenzaron a entrar los primeros rayos de sol, poco a poco la luz penetró por todos los rincones.

Como todas las mañanas desde hacía tres semanas, miré la maquina aún envuelta en el plástico transparente que la cubría por completo. Era bastante grande, de color azul celeste con detalles en blanco. Cuando me la regalaron venía metida en una caja con lazo rojo enorme en una de las esquinas, sospeché que dentro habría algo genial. Mi abuelo me dijo que era una maquina mágica, supuestamente con aquel trasto podría cambiar todo lo que no me gustara de mí. Le di las gracias, pero en el fondo lo que acababa de contarme me parecía realmente absurdo. El caso es que ahí estaba la máquina tal y como el primer día.

Cuando iba a desayunar puse, al salir de la alfombra de mi habitación, los pies en el parquet y mis dedos quedaron encogidos al notar sensación de frío. Me miré los pies y me di cuenta de que estaban bastante lejos de ser perfectos, el pequeño se montaba un poquito encima del otro más grande y el dedo gordo estaba algo torcido en ambos pies. Mi madre se cruzó en mi camino, pisándome el pie izquierdo dejándome los dedos aún más encogidos. Se disculpó pero yo la contesté muy mal y comenzamos a discutir.

Volví a la habitación y miré la máquina de nuevo, esta vez de otra manera. Quité el plástico y observé el complejo panel, situado a un lado, lleno un montón de botones. Empezó a entrarme curiosidad, cogí las instrucciones y aunque no estaba del todo convencida, me metí dentro de la máquina para comprobar qué había de cierto en todo aquello que mi abuelo me había contado.

Para cambiar defectos físicos, leí en las instrucciones, había que pulsar el botón azul y una vez presionado, escribir lo que quería cambiar y esperar. Lo hice, pulsé el botón y escribí: quiero que mis pies sean bonitos, que el dedo pequeño se coloque en su sitio y que el dedo gordo se ponga recto. Esperé unos minutos y allí parecía no pasar nada. Abrí la puerta, iba a salir cuando miré hacía abajo , mi boca y mis ojos se abrieron al máximos formando una mueca de auténtica sorpresa al ver mis pies sumamente perfectos. Sin pensármelo dos veces volví a meterme dentro para continuar los cambios. Pulsé otra vez el botón azul, esta vez escribí: quiero ser más alta.


Me sorprendía que todo aquello pudiera estar pasando, pronto le cogí el gusto a eso de poder cambiar todo lo que no me gustara de mí. Después de los pies y la altura hice que mi pelo se volviera mas largo y liso. Físicamente había terminado.

Debido a la pequeña discusión que acababa de tener con mi madre pensé en cambiar mi fuerte carácter, que aparte de aquello ya me había traído otros problemas fuera de casa más de una vez. Escribí en la máquina que quería saber controlar mi carácter, tener más paciencia y ser más valiente, ya que la intervención quirúrgica que me esperaba por la tarde me tenía completamente asustada.


Me había convertido en una persona nueva.

Ese día en el instituto todo fue muy raro, ahora había algo en mí que no lograba convencerme. A pesar de que ahora era más paciente y no me enfadaba tanto ni gritaba, creo que mis amigos echaban de menos, no el hecho de que me enfadara con ellos o gritara, sino el hecho de que era el carácter algo característico de mí que me hacía ser diferente.

Al volver a casa, quería volver a ser como antes, el proceso era el mismo pero cambiando el orden de pulsar el botón. Ya volvía a tener el carácter de siempre y otra vez miedo a la operación, no se por qué, pero terminó por gustarme esa sensación.

Mi pelo volvía a tener ondas y a ser más corto.
Al ver mis dedos de los pies de nuevo desordenados, me di cuenta de que no eran tan imperfectos, sin embargo la altura que me había añadido, preferí conservarla. (jaja)









P.d: lo de los pies es mentira, mis pies me gustan mucho. A demás tengo una obsesión (yo creo que grave, jaja) con los pies. Es en lo primero que me fijo cuando alguien lleva sandalias, chanclas o va descalzo. Si lo primero que veo de alguien son los pies y no me gustan...buff malo,malo... En fin…cosas raras.

En cuanto a la altura ¡ojala existiera la máquina!Me gustaría tener mínimo 10cm más...:P